Juego: The Alters
Plataformas: PC, PS5 & Xbox Series X|S
Género: Aventura / Estrategia / Survival
Jugadores: 1
Desarrollador: 11 bit studios
Publicador: 11 bit studios
Clasificación: Mature 17+ (Público adulto)
Formato: Físico & Digital
Idioma: Inglés, Español & Otros
Precio: USD $34.99
Lanzamiento: 13/06/2025
En esta ocasión analizaremos The Alters, un título que demuestra que los juegos considerados “doble A“ o “AA“ pueden ofrecer experiencias memorables, arriesgadas y emocionalmente complejas tan bien o mejor que los juegos “triple A“ actuales.
Este título nos presenta mecánicas de juego interesantes y una historia que se sale de lo convencional. A continuación tenemos su análisis:
Historia
The Alters nos pone en la piel de Jan Dolski, un trabajador solitario atrapado en un planeta inhóspito, cuya única esperanza de sobrevivir reside en la posibilidad de crear “alters”, versiones alternativas de sí mismo provenientes de realidades paralelas. Esta premisa de ciencia ficción, que podría haber caído fácilmente en clichés o fórmulas conocidas, se convierte en el eje de una narrativa profunda, reflexiva y, en muchos momentos, inquietante.
Cada alter no es simplemente un clon más. Son individuos con recuerdos, emociones, traumas y objetivos propios. Algunos son colaborativos y empáticos; otros, egocéntricos, frustrados o directamente hostiles. Lo que a primera vista parece una herramienta útil para sobrevivir se transforma en una dinámica de convivencia llena de tensiones, malentendidos y decisiones morales. La idea de multiplicarte para sobrevivir se convierte rápidamente en una exploración de la identidad, la culpa y la posibilidad de redención.
Jan junto a sus otras versiones de realidades alternativas
Uno de los aspectos más destacados del juego es cómo logra mantenernos emocionalmente involucrados. No se trata solo de sobrevivir al entorno hostil, sino también de sobrevivir a ti mismo, a tus decisiones pasadas y a las consecuencias de tener frente a ti las versiones de la persona que podrías haber sido. Esta premisa, que recuerda en parte a títulos como Soma o The Talos Principle, está brillantemente ejecutada con un guion inteligente, diálogos bien escritos y situaciones que invitan a la introspección.
Y lo mejor es que no todo esto ocurre en grandes monólogos filosóficos, sino en pequeños momentos de humanidad. Puedes encontrar objetos cotidianos durante tus expediciones —un patito de goma, una taza agrietada, un calendario viejo— y regalárselos a tus alters. Estos momentos de conexión, de “recuerdos compartidos” que en realidad nunca sucedieron, fortalecen los lazos entre tú y esas otras versiones de ti mismo. También puedes ver películas con ellos: pequeños clips llenos de humor absurdo que, contra todo pronóstico, logran arrancarte una carcajada genuina. Son gestos mínimos, pero con un peso emocional enorme.
Elegir bien nuestros diálogos es importante para conectar con los alters
Este juego también construye un mundo planetario coherente, lleno de peligros ambientales, misterios tecnológicos y restos de una civilización previa. No es solo una historia personal, sino también una aventura de supervivencia en un contexto sci-fi bien diseñado y cargado de atmósfera. Pero sin duda, lo más importante que sucede en The Alters no está fuera de la base, sino dentro de ella.
Gameplay
Desde el inicio, The Alters plantea un sistema de juego centrado en el crafting y la gestión de recursos. Pero lejos de ser un simulador monótono, el juego sorprende por su profundidad estratégica y la forma en que fusiona sus mecánicas con la narrativa.
Lo primero que llama la atención es que, a pesar de personalmente no haber jugado antes títulos centrados en el crafting, la curva de aprendizaje es razonable y gratificante. El juego te lleva de la mano lo justo y necesario, permitiendo que descubras y experimentes con sus sistemas sin caer en una sobre explicación. Pronto te encuentras construyendo módulos, investigando tecnologías, gestionando turnos y tareas de tus alters, y tratando de mantener viva tu base móvil —una especie de enorme rueda modular que se mueve lentamente por el peligroso terreno del planeta.
Habrá criaturas radioactivas de las que nos tendremos que defender
Uno de los aciertos del juego es que, aunque el crafting es la columna vertebral del gameplay, no se descuida la exploración ni la acción. Salir al exterior siempre implica un riesgo, ya sea por las condiciones meteorológicas extremas (radiación), “criaturas” hostiles o simplemente el paso del tiempo. Pero esas salidas también son necesarias: te permiten recolectar materiales, descubrir secretos o completar tareas clave para la historia.
De hecho, la exploración tiene un sabor muy especial, y en muchos sentidos recuerda a Death Stranding: la forma de controlar al personaje, el ritmo pausado, el esfuerzo físico visible en cada paso, y la constante sensación de aislamiento contribuyen a generar una atmósfera muy potente. Hay una melancolía tangible en esos trayectos solitarios, como si cada expedición fuera también una travesía interna.
Una de las mecánicas más originales del juego es la creación de los alters. No puedes clonarte indiscriminadamente: necesitas acceso a una cama especial, recursos y, lo más importante, una decisión sobre qué versión de ti mismo quieres traer al mundo. ¿Un Jan con formación médica? ¿Un ingeniero frustrado? ¿Un botánico? Cada alter tiene habilidades únicas, pero también una personalidad que afectará la convivencia y la eficiencia general del grupo.
La gestión emocional de los alters es, de hecho, uno de los aspectos más fascinantes (y a veces frustrantes) del juego. Puedes darles buena comida, permitirles momentos de ocio, asignarles tareas que les agraden… y aun así algunos pueden deprimirse, enfadarse o simplemente negarse a cooperar. Esta imprevisibilidad, aunque realista, puede ser un poco opaca. En ciertos momentos no queda claro qué desencadenó una crisis emocional, lo que puede afectar el ritmo del juego si pierdes un alter clave en un momento delicado. Una mayor transparencia o un sistema más intuitivo para entender sus estados anímicos sería un plus.
Sin embargo, el juego también ofrece herramientas afectivas muy creativas para lidiar con estas tensiones. Por ejemplo, durante las expediciones puedes encontrar objetos aparentemente inútiles para la supervivencia —un patito de goma, un calendario viejo, una taza agrietada—, pero que puedes regalar a los alters. Estos gestos simbólicos sirven para reforzar los vínculos emocionales, evocando recuerdos compartidos que humanizan profundamente la relación entre Jan y sus otras versiones. Son pequeños momentos que generan un gran impacto.
Además, puedes ver películas con tus alters para levantarles el ánimo. Son videos cortos, que funcionan como pequeñas cápsulas de humor absurdo y genuinamente gracioso. Y funcionan. Es difícil recordar otro videojuego que haya logrado hacerme reír de manera tan directa y sincera. No es común encontrar el humor como una emoción central en títulos de ciencia ficción y supervivencia, y ese contraste hace que estos momentos brillen aún más.
Otro elemento a destacar es que si cometes errores graves o gestionas mal tus recursos, puedes quedar atrapado sin opciones viables. Afortunadamente, The Alters ofrece una herramienta muy útil: la posibilidad de retroceder en el tiempo, volviendo a un día anterior o varios días atrás. Esto, lejos de romper la inmersión, se integra de forma orgánica en la narrativa y permite experimentar sin un castigo excesivo.






